“I saw the best minds of my generation destroyed by madness, starving hysterical naked,
dragging themselves through the negro streets at dawn looking for an angry fix,
angel headed hipsters burning for the ancient heavenly connection to the starry dynamo in the machinery of night,
who poverty and tatters and hollow-eyed and high sat up smoking in the supernatural darkness of cold-water flats floating across the tops of cities contemplating jazz”.
“Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, harapientas histéricas desnudas,
arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo,
hípsters con cabeza de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con la estrella dínamo de la maquinaria nocturna,
que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría, flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz”.
De Aullido, Allen Ginsber (1926-1997).
Acaba de aparecer en Anagrama un nuevo e interesante libro sobre la Generación beat, en este caso se trata de un texto de Allen Gisnsber que titula ‘Las mejores mentes de mi generación’, como en los primeros versos de su poema más famoso.
El libro es, como dice en su portada ‘Una historia literaria de la generación beat’ y se une así a los números textos de todo tipo sobre tan poderosa generación. De todas formas, siempre es bueno rememorar, aunque sea por encima a aquellos poetas, novelistas, músicos y editores que tanto influyeron en las generaciones posteriores y aún hoy lo siguen haciendo, a la vez que parece que están enterrados en el olvido bajo una especie de escombrera de textos millonarios que apenas tienen la vigencia de unas navidades o el día de libro.
Lo cierto es que han pasado más de setenta años desde que Jhon Clellon Holmes (1926-1988) publicará un artículo en el N.Y.Times dando a conocer la existencia de un grupo de individuos que percibían el modo de vivir, sentir y manifestarse de una forma sensiblemente diferente a la convencional. No es que ellos fueran los únicos, podría haber millares en circunstancias parecidas. La singularidad consistía en que ese grupo, apenas cinco, habían tomado conciencia de ello e incluso de generación; y, anticipándose al afán clasificatorio de los críticos, se etiquetaron como “beat”.
La decisión de adoptar el término beat fue el resultado de largas conversaciones entre ellos, fundamentalmente lideradas por Jack Kerouac (1922-1969) que frecuentemente trataba de encontrar y definir lo común entre el grupo formado en la Universidad de Columbia. El término “beat” como tal y la filosofía subyacente tuvo un creador propio y un propagandista: Kerouac, el creador, y Holmes como propagandista.
El origen hay que situarlo en las conversaciones que tuvieron entre ellos dentro del núcleo inicial. Este núcleo se originó en N.Y. hacia finales de 1943, cuando Allen Ginsberg y Jack Kerouac, estudiantes de la universidad de Columbia, conocieron a Burroughs (1914-1997) que se convirtió en su referente intelectual y literario. Más tarde entraron en contacto Neal Caasidy y Herbert Hunke, (que jugaron como modelos de conducta y de inspiración); posteriormente se introdujo, a través de Ginsberg, a Gregory Corso (1930-2001).
El grupo adquirió cohesión al compartir una serie de experiencias comunes, aportando un conjunto de ideas propias sobre concepciones sociales y estéticas, frecuentemente coincidentes.
Juntos hablaron de la necesidad de crear una especie de ideario filosófico/estético que reflejara con la mayor honestidad posible el talante de la época: una mezcla de angustia, incertidumbre y profundo pesimismo ante el estado de una sociedad capaz de destruir al hombre física y espiritualmente.
“ya va siendo hora de que pensemos en nuestros materiales (comentaban). Llámalos como quieras, ‘hipster’, ‘la generación beat’, Los ‘jóvenes de la postguerra’, o ‘nuestras propias personalidades desplazadas‘ (Holmes a Kerouac).
Finalmente fue Holmes en un artículo publicado en el N.Y. Times en 1952 quién consagró para siempre el nombre de esta generación: “Un hombre es beat cuando se juega el todo por el todo y apuesta todos sus recursos a un solo número; y esta joven generación lleva haciendo eso constantemente desde su primera juventud. Sus miembros poseen una individualidad instintiva y no necesitan ir de bohemios o de excéntricos para expresarla…”.
Y sigue: “Es una especie de clandestinidad, como si fuéramos una generación de furtivos. Con un conocimiento interior del que no sirve de nada hacer ostentación (…), al nivel del público, de una especie de derrota, y de un cansancio con todas la formas y convenciones del mundo”.
Holmes, no perteneció íntegramente a la generación por razones, probablemente de carácter estético, pero estuvo junto a ellos durante los primeros momentos y siguiéndoles de cerca continuamente. No solo fue el primero en divulgar el término, sino que también en describir a la totalidad del grupo en su novela “Go” (1952), fomentando así la leyenda de la joven generación.
“Es una especie de clandestinidad, como si fuéramos una generación de furtivos. Con un conocimiento interior del que no sirve de nada hacer ostentación«
Jhon Clellon Holmes
En ningún momento la frase “generación beat” que acababan de descubrir aparece presentada con rasgos subversivos contra costumbres ni contra ideologías más o menos oficiales. La expresión servirá para definir un estado de inquietud y descontento entre la juventud al tiempo que se convertirá en tema de conversación y debate del grupo de jóvenes escritores que van a intercalar en sus propias creaciones. Parecía, sin embargo, que la palabra beat resumía bien una actitud mental, una condición de abatimiento, física y espiritualmente, que implicaba el reconocimiento de una serie de poderes o fuerzas superiores capaces de anular la personalidad del individuo o de sumirla en el más aplastante conformismo.
Sin embargo, posteriormente, tanto los padres, políticos, representantes de la ley e incluso los críticos literarios, sintieron una gran irritación por la conducta de aquella generación que representaban: percibieron un mayor aumento de la delincuencia, mayores excesos, irresponsabilidad social y sobre todo una falta de interés por la política o las creencias religiosas tradicionales (eso era insoportable). Se sintieron preocupados por la admiración que profesaban a James Dean viendo en ello signos de morbosidad peligrosa. Igualmente, escandalizados por el culto a Elvis Presley como portador de una sensualidad peligrosa. Palidecieron cuando vieron las estadísticas sobre las drogas, la promiscuidad sexual y el consumo de alcohol de los jóvenes. Y levantaron su más irritada queja cuando el hecho de que la obra literaria más original que se ha escrito en ese país haya tenido que depender de lo extravagante y lo poco convencional para su estímulo creativo. (On The Road”, Kerouac 1957)
No vieron ningún signo de búsqueda de valores espirituales en una generación cuyos héroes trágicos fueron, el músico Charly Parker, el actor James Dean y el poeta Dylan Thomas (todos ellos muertos trágicamente) y cuyos intereses abarcaron desde el bebop, al rock and roll; desde el hipsterismo al budismo Zen, desde las drogas alucinógenas a los métodos de Stanislavsky de la escuela de teatro de Actors Studio de N.Y.
Si cualquier generación tiene el derecho a pensar que ha heredado de sus mayores el peor mundo posible, probablemente la generación Beat tuvo más derecho a creerlo que todas sus anteriores
Por tanto, esta generación sí fue buscando algún tipo de valor, porque su única preocupación fue casi exclusivamente la búsqueda en algo en que creer.
Si cualquier generación tiene el derecho a pensar que ha heredado de sus mayores el peor mundo posible, probablemente, la generación Beat, tuvo más derecho a creerlo que todas sus anteriores.
Fue la primera generación americana que creció con el adiestramiento militar en tiempos de paz como un fenómeno totalmente aceptado de la vida. También fue la primera para la que el genocidio, el lavado del cerebro, la cibernética y las fórmulas mágicas de la psiquiatría, fueron tan familiares como su propio rostro. Pero también fue la primera generación que creció en un mundo en el que la solución final de todos los problemas parecía ser siempre la misma: la destrucción nuclear del mundo. Pero en lugar del cinismo y la apatía que suele acompañar el final de todos los ideales que a la generación anterior (la perdida: Scott Fitzgerald, Gertrude Stein, Ernest Hemingway, John Steinbeck, William Faulkner, T. S. Eliot, Ezra Pound) proporcionaron cierta aureola de poética decadente, la Generación Beat en su conjunto, poderosa, intensa, infatigable y curiosa no iba a diluirse en el tiempo, por el contrario dejaron una herencia cuyos réditos de los que ahora se disfruta sin apenas saber de dónde provienen.
La potencia creadora de la generación beat, fue de los cuarenta a los cincuenta y a continuación declinó porque (en palabras de ellos) “…nuestras preocupaciones se habían convertido en la de todos: el espíritu, la ecología, la libertad de pensamiento y expresión, la revolución sexual, la liberación de los negros y los gays.”[i]
Por Manuel del Castillo Molina, Secretario del Ateneo Libre de Benalmádena.
benaltertulias.blogspot.com
ateneolibredebenalmadena.com
[i] Los entrecomillados y cursiva, formán parte de la bibliografía consultada : “la generación beat” de Jhon Clellon Holmes, editado por la Universidad de Leon en 1997 ;”Loca sabiduría” de James Campbell, Alba editorial 2001; “La filosofía de la generación beat”, Jack Kerouac , edición de Caja negra en 2015; “Jack Kerouac, América y la generación beat, una biografía”, de Dannis McNally, editado por Paidos en 1992