En Arroyo de la Miel, pocos conocen la historia de la Cañada de los Muertos, situada paralela a la Avda. Obsidiana que da acceso al conjunto urbanístico de Miramar. Encierra la historia trágica del municipio cuyos orígenes permanecen en los años ocultos de nuestro pueblo. La grieta o hendidura de gigantes proporciones sobre el suelo al norte de Arroyo, límite con Torremolinos, se asienta entre Miramar y el barrio El Tomillar Alto, desemboca en Carola desde su parte más alta en los pies de la rotonda de Miramar con Avda. de Finoso.
Aunque en la antigüedad llegaba mucho más arriba en la sierra, cuando aún no existía la autovía. Durante el bum de la construcción, se levantaron a ambos lados enormes muros de contención, verdadera infraestructura faraónica, que sujetan los bloques de la urbanización Miramar, por un lado, y por otro, infinidad de edificios del Tomillar Alto, cuya altura estremece a quien tiene la oportunidad de asomarse.
Por cierto, que la historia misteriosa guarda en el olvido los trágicos accidentes y suicidios que dieron nombre desde muy antiguo a ‘la Cañada de los Muertos’, a partir de la época del fundador de Arroyo de la Miel. Don Félix Solesio construyó más abajo una presa (en el actual Nacimiento de Emabesa) que serviría mediante acueductos para distribuir el agua proveniente de la cañada y otros arroyos de la sierra, para abastecer los antiguos molinos para la confección de papel de las famosas cartas de Naipes que exportaba a América.
En el siglo XVII el gran terremoto de Málaga rajó la sierra de Mijas en trece partes, tragándose ganado y caballerías
En la historia del tiempo presente, aún se recuerda en períodos de lluvia el cauce natural de agua de la cañada, convertido en arroyo, así como otros muchos desde la sierra. También se recuerda los aljibes próximos que en los años setenta existían en la zona. Uno junto al Centro Siglo XX donde los niños de la vecindad aprovechaban para jugar. En la actualidad existe el Almacenamiento de Agua para Abastecimiento de Emabesa al filo de la carretera del Cementerio y otro al comienzo de la falla por el barrio de Carola.
Está situada junto a la escalona, posiblemente, la más alta de Benalmádena, con cien empinados escalones, que conduce a la calle Moriles, paso obligado de madres con sus hijos para ir al Colegio Miguel Hernández desde Carola.
El origen de ‘la Cañada de los Muertos’ podemos hallarla a partir del siglo XVII como consecuencia del gran terremoto de Málaga, cuyo epicentro fue la Sierra de Aguas, entre Alora y Carratraca, un 9 de octubre de 1680, y que tuvo una intensidad de nueve en la escala de Richter. Según narrativa, la sierra de Mijas se rajó en trece partes, pronto aparecieron diversos cráteres y su falda quedó erizada de grietas. Por ellas la tierra se tragó el ganado que bien temprano había salido para pastar, así como caballerías.
El terremoto no dejó en Benalmádena ningún edificio erguido (“no dejando ninguna casa en pie, incluida la Iglesia” según fuentes de la Historia de Málaga). La Villa de Benalmádena se hundió, la Iglesia y todas las casas quedaron inhabilitadas, (“todos los edificios de cañas tuvieron que combatir con recios y encontrados vientos”. Pereiro Barbero, María P. Jábega 52, pg. 37). La causa se consideró como suceso puntual, según pueden leer en el I Tomo de Historias de Benalmádena y Arroyo de la Miel del que soy autor.
También es denominada ‘Cañada de los Muertos’ en un acta fechada en el 6 de octubre de 1874 del Cuerpo de Tipógrafos y los alcaldes de Torremolinos y Benalmádena, para establecer las lindes municipales.